He trabajado duro para tener éxito, pero mi matrimonio fracasó y estoy cansado.

El rey Salomón estaba convencido de que sabía cómo encontrar la felicidad, y debido a que tenía todos los recursos a su disposición, pudo perseguirla.

Riqueza, fama, placer, poder, casas lujosas, una reputación de sabiduría, lo que sea, el rey Salomón lo logró.

Y, sin embargo, después de obtener todo lo que siempre había querido, concluyó a regañadientes que su vida todavía estaba vacía y sin sentido. Su búsqueda de una felicidad duradera había fracasado y su alma seguía vacía.

Esta es una historia común. Mucha gente está en peligro de cometer el mismo error que cometió el rey Salomón: convencidos de que las cosas de este mundo traerán felicidad y paz y las persiguen con vigor.

No se deje engañar; nunca lo harán. Y la razón es porque fuimos hechos para conocer a Dios. Más tarde, el rey Salomón se dio cuenta de esto. Debería haberlo sabido antes; después de todo, su padre, David, era un hombre conforme al corazón de Dios, y el mismo Salomón se había comprometido a vivir de acuerdo con la sabiduría de Dios. Pero cuando todo estuvo dicho y hecho, Salomón escribió: “Nada me negué a mí mismo… Sin embargo, cuando miré todo lo que mis manos habían hecho y lo que me había esforzado por lograr, todo quedó sin sentido” (Eclesiastés 2: 10-11, NVI) . No se dejen engañar (así como lo fue el rey sabio), sino hagan de Cristo el centro y fundamento de su vida, comenzando hoy.

El mundo hace muchas promesas vacías sobre la felicidad: cómo se ve y cómo obtenerla. Pero la verdadera felicidad en realidad se llama gozo, y llega a los que se deleitan en las cosas del Señor y a los que meditan en la Palabra de Dios, ¡y sobretodo a quienes la obedecen!

(Esta columna se basa en escritos del Billy Graham).